jueves, 21 de diciembre de 2017

La otra cara de la moneda

Siempre han estado en el punto de mira, el equipo arbitral es el principal punto de discusión de muchos deportes en base a sus decisiones en los partidos.


Entrevista a Rayco Martín, árbitro de baloncesto. 

Si eres un aficionado a los deportes, especialmente a tales como el fútbol o el baloncestoprácticamente con total seguridad te habrás quejado en algún momento de una decisión arbitral, la cual ha perjudicado al equipo que deseabas que se llevara el triunfo. Quizás estas decisiones se vieron afectadas por distintos factores:

El factor de los jugadores

Es una práctica habitual en muchos campos de fútbol o parqués de baloncesto pitar a los colegiados por señalar jugadas contrarias a nuestros intereses, aunque muchas veces sean pitadas correctamente. Por ello, ¿es fácil la labor de estos protagonistas?, pues la respuesta desde mi punto de vista es que no. Si nos centramos en el deporte rey, se encuentran 22 jugadores sobre el terreno de juego, desde la otra perspectiva, un árbitro principal, dos asistentes en las bandas, los conocidos como los linieres, y desde la nueva normativa otros dos ayudantes al lado de las porterías para visualizar mejor las jugadas dentro del área. Hasta ahí bien, el problema es cuando esos 22 jugadores te quieren e intentan engañar, simular un derribo para que señales penalti, simular una agresión para que le saques tarjeta ya sea amarilla o roja al adversario, simular una caída para que pites una simple falta, hay miles de trucos que usan los profesionales con el fin de confundir al que siempre tiene la culpa de todo, el árbitro.

El factor de los aficionados

También cabe destacar lo que se denomina entre los futboleros el jugador número doce, la afición. Imagínese por un momento, estar en uno de los recintos deportivos más grandes de España, como es el Camp Nou, en frente de 99.354 personas, y que un jugador de la talla de Leo Messi por ejemplo, se caiga dentro del área en una jugada polémica, tienes que decidir en milésimas de segundos, ¿es penalti o no?, el público gritándote, los jugadores del Barcelona protestándote como locos que es falta clara, los rivales imaginémonos que es el Real Madrid con lo que ello implica diciéndote que se cayó solo, toda esta presión la tiene que afrontar un ser humano, si señalas una cosa u otra vas a tener un bando muy descontento que se va a abalanzar sobre ti a recriminarte lo que has elegido. Una jugada que cualquier persona desde su casa, tranquila en el sillón, necesita cinco repeticiones a cámara lenta para saber con seguridad que es lo que de verdad ha ocurrido, recordemos que el colegiado lo tiene que decidir en segundos y viéndolo una simple vez, sin duda, qué fácil es ser árbitro.

Para que nos explicase mejor cómo se vive ejerciendo esta profesión hablamos con Rayco Martín, árbitro con casi diez años de experiencia, dirigiendo entre otras competiciones encuentros en la liga canaria de baloncesto. Aparte de la preparación física necesaria, volviendo de nuevo al fútbol un colegiado tiene que aguantar al igual que los jugadores 90 minutos corriendo de un lado a otro para ver de cerca las jugadas, Rayco afirmó que, “para ser árbitro lo primero es tener las ganas de serlo, que no es lo habitual”.


Rayco Martín. Foto: Víctor Hernández Molina.

Al preguntarle sobre el por qué se critica tanto a los árbitros lo achacó al momento intenso de los partidos, “es lo fácil, muchas veces los jugadores en caliente te protestan todo, yo mismo cuando jugaba lo hacía, a todo el mundo que no ha arbitrado le diría que es una labor súper difícil”. Otro riesgo que corren estos profesionales aunque parezca increíble es el caso de las agresiones tanto por jugadores o por incluso aficionados, en muchas ocasiones salen noticias de agresión a un árbitro en alguna liga. En este sentido Rayco expuso que nunca había tenido problemas de este tipo por ninguna parte, sino que se habían quedado en simples calentones.

Existen diferentes tipos de árbitros, a los que les gusta dialogar con los jugadores antes de sacarles tarjeta en fútbol o pitarles técnicas por ejemplo en baloncesto, y los que prefieren cortar esta vía y ser duros desde el pitido inicial de los duelos. El entrevistado respecto a cómo suele actuar él en estos casos, comentó que dependía de la situación, puesto que muchas veces si conoces al jugador simplemente con hablar con él lo solucionas, y si no siempre está el periodo de adaptación en donde conoces el carácter del jugador en cuestión y le permites más protestas, en cambio frente a los que no entran en razón sí afirmó que les pita más duramente.

Por último, tratando el tema de si se es justo con los árbitros, Rayco declaró que, “yo creo que no, aunque a veces tampoco somos justos con los jugadores o con los entrenadores, siempre digo que nosotros deberíamos estar en la banda siendo entrenador para tener esa experiencia, y a todas esas personas que critican la labor del arbitraje mi mayor consejo es que un día se pongan a dirigir un encuentro, de los difíciles que tocan señalar a veces, para que vean lo difícil que es, estoy convencido que después de pitarlo casi nadie criticaría esta labor porque es muy complicada”.

La llegada de la tecnología

En el fútbol se ha introducido un nuevo método, el conocido como el VAR, el video arbitraje, en dónde si existe una jugada dudosa el árbitro puede consultar a unas personas que se encuentran en una sala llena de televisores siguiendo el partido, para que les afirme si fue o no penalti, si fue o no tarjeta roja, si fue o no fuera de juego o incluso si fue gol o no.

Lo que parece una ayuda al colectivo arbitral para que tengan menos problemas y sean más justas sus decisiones, puede volverse en su contra, puesto que como ya ha sucedido, el VAR también falla, por lo que todavía parece que hay que seguir perfeccionándolo.

Para concluir, me gustaría volver a la idea principal, con todo lo escrito y explicado, a la pregunta, ¿es fácil ser árbitro?, mi respuesta sin duda vuelve a ser la misma, no.

                                                                                                    Víctor Hernández Molina